jueves, 3 de marzo de 2011

PECIOS, ALGAS Y CARACOLAS (1)



Querida madre:
De las personas que conozco tú serás la que más lo sentirás y por ello te dedico mis últimos pensamientos. No acuses a nadie de mi muerte, pues fui yo quien elegí mi destino.
No sé qué decirte, pues aunque tengo las ideas claras, no encuentro las palabras justas. Ocupé mi lugar en el ejército de liberación y muero cuando ya comienza a brillar la luz de la victoria… Voy a ser fusilado dentro de muy poco con otros veintitrés compañeros.
Cuando termine la guerra tienes que reclamar el derecho a una pensión. Te permitirán conservar todo cuanto tenía en la cárcel. Sólo me he quedado la camiseta de papá porque no quiero que el frío me haga tiritar…
Una vez más, adiós. ¡Valor!
Tu hijo, Spartaco

(Spartaco Fontanot, trabajador de metal, de veintidós años de edad, miembro del grupo de la Resistencia francesa Misak Manouchian, 1944)

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“En la producción social de su existencia, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se eleva un edificio [Uberbau] jurídico y político y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material determina [bedingen] el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”

(Prólogo a "Contribución a la crítica de la economía política" 1859 Karl Marx)

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“Los cánones literarios son una expresión de una escala de valores artísticos que responde a unas relaciones sociales concretas. Su función principal es mantener la idea del Arte, entendido este como expresión de un valor atemporal y ahistórico a través del cual entraríamos en comunión con la idealidad del ser humano. En ese sentido el Arte cumple un papel semejante al del adulterio: la promesa de que la pobre vida material que llevamos no es todo ni mucho menos. En la sociedad de consumo de masas actual el Arte es una etiqueta comercial que promete que en cada acto de consumo artístico el adulterio tendrá lugar porque incorpora “lo otro”: lo que no tiene precio, fomentando así la idea de la propia subjetividad como el único lugar donde realmente somos reales”

(Constantino Bértolo)

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“Se ha visto la historia de occidente como la historia de la construcción del individuo, entendido éste como un ser autónomo y racional. La versión política de esta historia tendría su máxima expresión en las teorías del contrato social. Sin embargo, los míticos primeros individuos que “decidieron” asociarse eran todos propietarios. El individuo moderno surge, por el contrario, como fuerza de trabajo desnuda. Expropiado, su único haber era la fuerza de los brazos. Para subsistir debió acudir al mercado a venderla. Forzado a actuar como mercancía se hizo el mismo mercancía, esto es, intercambiable y substituible. La expropiación no se limitó a la “casa” o al “taller” del campesino o artesano sino que también enajenó su tiempo y su espacio. Su “aquí y ahora” quedó destruido y se vio empujado a un “aquí y ahora” desconocido. La expropiación del espacio dio lugar al individuo masa moderno: grandes urbes, espacios repletos de hombres/mujeres. La expropiación del tiempo dio lugar al individuo masa moderno: tiempo industrial, pasado destruido, presente doloroso, futuro incierto. El individuo moderno fue por lo tanto y desde un principio masa desarraigada.
La otra gran teoría política de la modernidad fue la dialéctica del amo y del esclavo. Pretendiendo tomar el punto de vista del expropiado afirmó que el individuo autónomo sólo podría existir en una sociedad sin clases. El expropiador, en su mismo movimiento de expropiar, creaba su antítesis: el expropiado, quien, en un salto cualitativo, expropiaba al expropiador y devolvía lo expropiado a toda la sociedad: síntesis reconciliadora. Para ello el individuo masa debería transformarse en clase para sí. El “aquí y ahora” explotador se tensaba hacia un “allá y después” de plena liberación:"De cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades" ¿Y mientras tanto?: espacio y tiempo como lucha de clases”

(Constelaciones)

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